MARY FANDIÑO
COLPRENSA | LA PATRIA | BOGOTÁ
Luis Augusto Castro Quiroga, arzobispo de Tunja, fue elegido el pasado miércoles de esta semana como presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana, es decir, se convirtió en el máximo dirigente de la comunidad católica en el país.
El prelado habló sobre el papel que tendrá la Iglesia Católica en los próximos meses, en el proceso de paz con grupos guerrilleros y ante la posibilidad de que acabe la guerra y el país entre a una etapa de posconflicto.
También se refirió a la pérdida de fieles y a temas polémicos que ha debido enfrentar la iglesia Católica.
- Fue elegido en un momento muy importante en el país, con una posibilidad del fin de la guerra; pareciera, incluso, que esa fue una de las razones de los demás obispos para escogerlo como presidente del episcopado. ¿Qué labores concretas desempeñará la Iglesia Católica en estos procesos, sobretodo en el eventual posconflicto?
El posconflicto nos debe llevar a prepararnos a todos. La Iglesia, en primer lugar, tiene que favorecer un proceso de rehumanización. No nos damos cuenta de que esta guerra nos ha afectado a todos, pensamos que las víctimas y victimarios son los únicos afectados y no, todos, de una u otra manera, hemos sido más que espectadores, por eso, debemos volver a sensibilizarnos con el dolor de los otros, crecer en humanidad, valorar más la vida y vivir como hermanos y no como lobos que se despedazan; no es una tarea política sino ética, para después de esto proceder a la reconciliación, sin ceder a la impunidad.
- Usted habla de no ceder a la impunidad. ¿Qué se debe hacer para que los actores del conflicto, de firmarse la paz, no queden impunes?
Ellos deben ponerse de acuerdo dentro del marco que se llama la justicia transicional, que lo que hace es que sacrifica un poquito de justicia en favor de la paz o en otros casos sacrifica un poquito de paz en favor de la justicia, en nuestro caso se irá por lo primero, se reducen las exigencias de la justicia para que se pueda dar el paso hacia la paz; entonces, ciertamente tendrán que hablar de sus responsabilidades en términos de justicia, pero de un modo tal que no se rompa todo, esa es la ventaja de la justicia transicional, pero claramente, sí tendrán que asumir responsabilidades por lo que hicieron.
- ¿Cómo ha trabajado la Iglesia con este proceso de paz?
La Iglesia no ha estado al margen de estos diálogos, porque todos los que han estado en La Habana, salvo los guerrilleros que no pueden venir, han estado aquí, dándonos razones de lo que han hecho y aclarando todo, tenemos una comunicación muy interesante y no hay necesidad de que estemos allá sentados; estamos al tanto de todo y hablamos desde acá. Nuestra misión será más que todo en el posconflicto, que hay que enfrentar con mucha seriedad. Hay un desafío político y económico, que es acabar con esa guerra por las tierras, que es la raíz de todo este conflicto. Hay además unos desafíos éticos, porque es necesario que haya solidaridad; si no hay, tampoco habrá nunca una distribución equitativa de los bienes, por eso es fundamental. El otro aspecto ético muy importante, y muy difícil también, es infundir en el país la capacidad de buscar el bienestar del otro, de los demás, más allá de sus propias familias, hay que cambiar la mentalidad, el espíritu y el alma, esos son los desafíos enormes que traerá el posconflicto.
- La reconciliación, como sabemos, es un tema que trasciende firmas y papeles, es una cuestión de corazón, que no es sencillo que se dé. ¿Cómo se logrará una reconciliación sincera?
La reconciliación, igualmente, nos compete a todos, a toda la sociedad colombiana y a toda la guerrilla. Colombia tiene que ir aprendiendo a perdonar y al mismo tiempo los otros tienen que ir aprendiendo a pedir perdón, a responder por lo que hicieron, en los términos de la justicia transicional que se hablará en La Habana. Ya luego de que salgan de hacer lo fácil, harán lo difícil; lo fácil se hace con la cabeza, lo difícil con el corazón y hasta que todos los vinculados con la paz se toquen el corazón, vamos a saber si realmente están dispuestos a aceptar las exigencias de la paz.
- Usted estuvo presente en los diálogos con las Farc en San Vicente del Caguán. ¿Cuál es la diferencia entre ese proceso y el actual?
Del cielo a la tierra. El Caguán era una comedia, una pura comedia de la que participé y perdí el tiempo. Las visiones eran totalmente diferentes, la paz para la guerrilla era toma de poder, para el gobierno paz era la entrega de las armas, dos posiciones totalmente contrarias. La guerrilla necesitaba tiempo, pensaba que en dos o tres meses podía tomarse el poder, estaba muy crecida en ese momento, entonces lo último de lo que tenía interés era firmar la paz, quería ganar tiempo, tenía mucho de comedia todo eso. Hoy la guerrilla ha madurado mucho y positivamente, se ha dado cuenta de que puede luchar por sus objetivos, que en ese entonces de cierta forma eran buenos, pues querían acabar con la pobreza, con la inequidad, con todo eso, pero los medios que utilizaron fueron un error, porque dejaron un reguero de muertos y de sufrimiento en el país. Ahora se da cuenta de que es posible que luche, porque se le pueden abrir las puertas de estos objetivos desde la política y no desde las armas, entonces el cambio es total.
- Pasando a asuntos políticos, el Gobierno que se posesionará el 7 de agosto, aunque en teoría es el mismo que estuvo cuatro años atrás, viene con otras ideas, algunas más liberales, como la posible aprobación del matrimonio entre parejas del mismo sexo. ¿Qué posición tiene la iglesia ante ese tipo de temas y qué hará para defender sus principios?
Ese Gobierno aún no ha empezado, así que esperaremos a que se posesione y presente sus planteamientos, porque puede haber sorpresas, o puede haber choques, que en últimas no vienen del Gobierno, sino de otras dimensiones del Estado, como en el caso del aborto, ante el que hemos estado siempre en contra, porque nadie tiene derecho a quitarle la vida a otro por más enfermito que esté.
- Frente a esto, la Comisión Reguladora en Salud está estudiando la posibilidad de incluir en el Plan Obligatorio de Salud el Misoprostol, un medicamento que permite la interrupción del embarazo. ¿Qué opina?
Tenemos nuestros principios y esos los transmitimos a los católicos. Ellos en general, pues obviamente hay excepciones, asumen esa misma posición: la de defensa de la vida y de censura de ciertas medidas que se quieren tomar, como esa. Pero la Iglesia llega hasta ahí, no podemos frenar a la Corte Constitucional ni a los otros entes del Estado que toman esas decisiones; solamente podemos crear conciencia, eso es lo que buscamos hacer.
Sobre la pérdida de fieles de la Iglesia Católica
"Aunque las iglesias se llenan en cada fiesta y en cada eucaristía, es cierto que a Colombia ha llegado una gran cantidad de grupos religiosos que consiguen gente haciendo proselitismo entre los católicos y naturalmente, habiendo libertad religiosa, hay que respetar su acción en el país. Sin embargo, lo que queremos es evangelizar y acercarnos a aquellos que le han dado la espalda a Jesucristo y a la Iglesia. Esa es nuestra tarea: presentarles, como si fuera la primera vez, la figura de Jesucristo, esa es nuestra misión".